Un
placer que gracias al trabajo de 100 personas y a que todo se documenta en esta
vida, se pueda volver a disfrutar de un hito artístico - histórico que ocurrió
antes de que yo naciera. En los 60 me lo perdí, en el 2015 ni loca dejo de ir.
Hay tiempo hasta febrero del 2016 para entrar en el túnel del tiempo y vivir en
carne propia lo que fue esa maravilla que se llamó Instituto Di Tella. Pasen y
vean lo que ustedes tampoco se pueden perder.
Cincuenta años después de la histórica ambientación que Marta Minujín
realizó junto a Rubén Santantonín en mayo de 1965 en el Centro de Artes
Visuales del Instituto Torcuato Di Tella, el Museo de Arte Moderno se convierte
en escenario y testigo de una reconstrucción fiel que se desplegará dentro de
un espacio de 400 metros cuadrados.
La Menesunda -"mezcla", "confusión", en
lunfardo- consistía en una estructura laberíntica que incluía un recorrido por
once situaciones y se organizaba a partir de una secuencia de espacios cúbicos,
poliédricos, triangulares y circulares, recubiertos por diferentes materiales,
que generaban estímulos multisensoriales en el visitante.
La ambientación recupera en la actualidad el conjunto de
relaciones materiales, sensoriales y simbólicas que hicieron posible su
existencia en 1965. Fue una experiencia de ruptura respecto a los lenguajes
visuales de la década.
Durante medio siglo se fue cargando de múltiples significaciones y
relecturas, hasta transformarse en una obra central del imaginario cultural
argentino. Esta reconstrucción invita a hacer nuevas lecturas del pasado, pero
también despierta reflexiones y sensaciones en un contexto contemporáneo.
Realizada en 1965 con la colaboración
de los artistas Pablo Suárez, David Lamelas, Rodolfo Prayón, Floreal Amor y
Leopoldo Maler, La Menesunda -según dijeron sus creadores- no era obra ni
happening, tampoco espectáculo. Era pura experiencia y provocación. Un proyecto
de una magnitud descomunal que se convertiría en el escándalo del año, pero
también en uno de los grandes hitos de la historia del arte argentino.
Según Minujín, “La Menesunda fue un
hecho histórico. Miles de personas fueron en aquel momento, revolucionó todo
Buenos Aires. Era un recorrido a través de situaciones que buscaban sorprender
y sensibilizar al espectador para ser participante”.
La obra original
A La Menesunda se ingresaba a través de
una alargada figura humana. El visitante debía subir una empinada escalera para
encontrarse con el primero de los ambientes donde había una serie de
televisores, de los cuales dos reproducían la imagen del visitante en circuito cerrado
y otros cinco emitían imágenes de programas de televisión abierta.
Este espacio resumía la naturaleza del
resto del recorrido. La presencia de los aparatos de T.V., incipientes miembros
de la gran familia argentina, y la posibilidad para muchos de ver aparecer su
imagen por primera vez en una pantalla plantean una serie de cuestiones que
aparecerán en forma recurrente en la obra: el avance desaforado y el uso
doméstico de la tecnología y los medios de comunicación.
El camino continuaba hacia el interior de una enorme cabeza de
mujer. Allí, una maquilladora profesional y una masajista ofrecían sus
servicios. Otro espacio, un angosto pasillo de paredes recubiertas por enormes
“intestinos”, tenía un techo que se hacía más bajo a medida que el espectador avanzaba,
hasta desembocar en un orificio por el cual se podía contemplar una serie de
escenas de películas de Ingmar Bergman.
En otra de las tantas instancias, un breve tránsito por una heladera con
temperaturas bajo cero y un intenso olor a dentista conducía a un pasillo
ocupado por diversas formas y texturas que los transeúntes no tenían manera de
evitar. Finalmente se llegaba a una habitación octogonal con paredes de espejos
y olor a fritura, en cuyo centro se ubicaba una cabina de acrílico
transparente, desde la cual se activaban luces negras y ventiladores que
provocaban un torbellino de papel picado que acompañaría a los visitantes
durante el trayecto de vuelta a su hogar.
Polémica
La obra apareció en el circuito del arte argentino como una
exposición inusual, que arrastró tanto escándalo mediático como éxito masivo.
Los visitantes esperaban hasta
tres o cuatro horas en la calle Florida para ingresar a la exposición. La prensa calificó la
instalación como "tontería", "estupidez" (La Gaceta),
"lamentable" (La Nación), "enervante" (La Prensa), mientras
que sus creadores fueron adjetivados de "locos",
"sinvergüenzas", sin omitir un "sentimos que nos han tomado el
pelo descaradamente" (Careo).
En contraste con la burla irónica de los medios, el potencial
crítico de esta obra se encontraba en su capacidad para romper con los límites
establecidos por una sociedad aún conservadora, desdibujando los contornos del
objeto, para reemplazarlo por una obra de arte total, que apelaba a todos los
sentidos del participante, interpelándolo y provocándolo con imágenes de la
intimidad de los hogares argentinos y de su cotidianeidad, apuntando a su
voluntad para romper con las antiguas restricciones.
La reconstrucción
El proyecto de reconstrucción de La Menesunda -realizado a partir
de documentación, fotografías, videos, notas de prensa, material audiovisual y
testimonios de los artistas que colaboraron con Minujín y Santantonín en la
pieza original de 1965- implicó un trabajo conjunto de los departamentos de
Curaduría, Diseño y Producción de Exposiciones, y Conservación del Museo, junto
a Marta Minujín, quien acompañó cada etapa de su desarrollo. El hecho de contar
con la presencia de la artista hizo posible este gran proyecto. También se
trabajó junto a un equipo de especialistas contratados para la ocasión,
incluido el arquitecto Fernando Manzone.
La exposición “La Menesunda según Marta Minujín” se puede visitar hasta finales del mes de febrero de 2016 en Avenida San Juan 350, de martes a viernes de 12 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 12 a 18 hs. Entrada general: $20. Martes gratis.
La sala tiene una capacidad limitada (500 personas por día) y el
ingreso es por orden de llegada. Debido a la existencia de espacios restringidos
y a la compleja circulación, la obra no es apta para menores de 16 años,
personas que sufren claustrofobia, con insuficiencia cardíaca y/o con movilidad
reducida. Tampoco podrán ingresar a la sala personas con tacos o zapatos en
punta.
Texto: Museo Nacional de Arte Moderno.
Fotos: Gentileza Museo Nacional de Arte Moderno y Arsomnibus.
Video de la reconstrucción: Museo Nacional de Arte Moderno.
https://www.youtube.com/watch?v=4CRAq6c3_H8
https://www.youtube.com/watch?v=4CRAq6c3_H8
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