miércoles, 11 de agosto de 2021

LOKI: una maravillosa reflexión sobre lo que nos hace humanos.

Atención: esta reseña contiene spoilers.

Loki es perfecta del principio al fin. Ningún detalle queda librado al azar a la hora de narrar esta historia que muestra a flor de piel cada uno de los sentimientos que día a día le complican la vida a los humanos: odio, venganza, dolor, tristeza, nostalgia y por sobre todas las cosas, amor. Pero Loki, además, habla de otras cuestiones que también desvelan a los seres de carne y hueso, como el tiempo, la identidad, la lucha entre el bien y el mal, la vida, la muerte, el orden y el caos, la tiranía y el libre albedrío. Lo maravilloso de la serie es que, además de entretenernos; de tenernos en vilo hasta el último capítulo; de hacernos reír (el Loki cocodrilo y Miss Minutes son impagables); y hasta de emocionarnos, nos deja varias reflexiones y muchas, pero muchas preguntas.


El eje central de toda la trama es el tiempo, ese tirano que corre sin parar, que nunca nos alcanza, que siempre nos juega en contra. Como seres finitos que somos, sabemos que el tiempo se nos escurre sin piedad, con cada palpitar de ese reloj que tenemos dentro del pecho. Quién pudiera dominar el tiempo. Quién pudiera ir y venir a lo largo de los años para aprender de lo vivido y de lo que queda por vivir. Quién pudiera enmendar los errores del futuro y del pasado, para lograr la plenitud en el presente. La TVA (Time Variance Authority), esa agencia hiper burocrática que administra el tiempo y la vida de las personas, y se parece bastante al Ministerio de la Verdad de la novela de Georges Orwell, 1984, hace todo eso y mucho más, pero a costa de mantener un orden riguroso, cuartar libertades, guionar los hechos y las acciones, y evitar el caos. Un caos que, a pesar de todos sus esfuerzos, se desata en el último episodio cuando Sylvie, hace uso de su libre albedrío para saciar su sed de venganza. Sabemos que ninguno de los dos extremos son buenos, sabemos que el ideal es ese delicado equilibrio que a veces se puede lograr entre la libertad, el autocontrol, la creatividad y la seguridad. Pero, ¿podemos culpar a Sylvie? De matar a Kang, no estoy tan segura. De traicionar a Loki, totalmente, porque se aprovecha de esa vulnerabilidad, paradójicamente muy lúcida, que se ha apoderado de su versión masculina.




El príncipe de las mentiras va encontrándose a sí mismo a lo largo de los episodios. Comienza ese viaje de ida cuando ve proyectada su vida y se da cuenta que está muerto. El ambicioso hijo de Laufey, encarcelado por la TVA y despojado de sus poderes, se baja del pedestal de dios infalible y por primera vez se auto cuestiona, al reconocer sus errores y tratar de perdonarse a sí mismo. Quién pudiera reconocerse tal cual es y, a pesar de todo, perdonarse para atreverse a cambiar. Ante Sylvie admite que ha traicionado a todos lo que ha amado alguna vez: su padre, su hermano, su pueblo. Emociona escuchar a este mentiroso empedernido hablar de su madre Frigga, esa mujer que lo amó como si fuera su propio hijo, y le enseñó el arte de la magia. En ese momento su humanidad se vuelve inmensa, al igual que cuando intenta hablarle a Sylvie sobre ese sentimiento que, en sus propias palabras, es tan nuevo para él. La atracción casi adolescente que Loki comienza a sentir por Sylvie, también va creciendo, y madurando, a lo largo de esta primera temporada. Esa versión femenina de sí mismo, logra cautivarlo, no por ser igual a él, sino porque, en el fondo, no es tan parecida. La dama Laufeydottir ha tenido, como casi todas las mujeres, una vida mucho más dura que su enamorado, huyendo de la persecución permanente de la TVA, que la arrancó brutalmente siendo una niña de su hogar en Asgard. Sylvie luchó desde siempre para sobrevivir, planear y ejecutar su venganza contra los que le robaron la vida: su cuerno roto da buena cuenta de ello. Mientras Loki se divertía engañando, traicionando, y generando enfrentamientos solo para saciar sus ansias de poder, Sylvie, se la pasaba saltando de apocalipsis en apocalipsis para esconderse de la TVA, transformándose en una asesina por obligación. Si bien las dos versiones antagónicas de Loki comienzan su relación con el pie izquierdo, basándose en el rechazo, la competencia y el odio; las circunstancias adversas que deben atravesar las van acercando poco a poco. Los breves momentos de proximidad que comparten, en las maravillosas escenas que los muestran juntos en el tren, en Lamentis, y antes de enfrentar a Alioth, empiezan a generar una tensión romántica inesperada, al menos para mí, pero verosímil: amar a alguien exactamente igual a uno, además de narcisista, es tremendamente aburrido; encontrar en la diferencia, esas similitudes que inevitablemente nos acercan profundamente al otro, es algo maravilloso.






Cuando Loki y Sylvie dejan de enfrentarse y empiezan a conocerse, finalmente se alían tras un objetivo común que los vuelve poderosos. El hechizo de Sylvie no hubiera bastado para vencer a Alioth, sin la ayuda de la magia de Loki. Como tampoco hubiera servido sin el enorme auxilio del Loki clásico, que pierde la vida haciendo realidad el glorioso propósito de no abandonar a sus otras versiones, en su lucha por conocer la verdad. En este hecho se vislumbra otro gran tema del cual habla la serie, la amistad, personificada en la relación de Loki y Mobius. El ingenuo agente de la TVA, que parece ser un personaje de peso dentro de la organización, logra quedar como el principal responsable de que Loki no se escape y, como si esto fuera poco, se digne a colaborar en la caza de una variante mucho más peligrosa y letal que el mismo. Para intentar quebrar al todavía orgulloso, descarado, y rebelde príncipe, Mobius recurre a su infinita paciencia, a la burla, y a los golpes bajos, llegando hasta la tortura psicológica. Siempre a la defensiva, y a la espera de la traición, el agente muestra, sin embargo, cierta debilidad por su prisionero. Su relación con Loki también irá madurando, a medida que sus argumentos con respecto a la TVA, a las variantes, y a los Guardianes del Tiempo se vuelvan cada vez más creíbles. Paradójicamente, el mentiroso que por primera vez deja de mentir para cambiar drásticamente su carácter, su manera de pensar, y su forma de relacionarse con los demás, es quien le demuestra que es él mismo el que está viviendo dentro de una mentira. Desde las primeras picantes entrevistas cara a cara, hasta el abrazo de despedida, al ahora amigo, en la tierra del Final de los Tiempos, es impresionante la cantidad de matices por la que atraviesa la relación entre ambos personajes. Conmueve ver a Loki en el episodio final, de vuelta en la TVA, buscando desesperadamente a su amigo para advertirle del peligro inminente que acaba de desatar la venganza de Sylvie. Pero conmueve aún más, ver que Mobius no lo reconoce. Sylvie, al satisfacer el deseo que la motivó durante toda su vida, a costa de traicionar a Loki y, creo yo, a sí misma, los condenó a todos a la soledad. En el final, Lady Loki se queda sola, sentada en el suelo, luego de haber apuñalado a Kang, sintiendo ese vacío que a todos nos queda en el pecho después de haber desperdiciado una oportunidad única, y de haber lastimado a alguien que nos ha abierto el corazón. Su alter ego, también termina solo y descolocado, en lo que parece ser una línea temporal diferente. Nadie lo reconoce, nadie lo escucha, ni siquiera su amigo que ha vuelto a ser un burócrata funcional a la TVA, organismo que, como a todos, le ha robado la vida.
 





La segunda temporada nos revelará si estos dos seres de puro caos, que son la misma persona, y que, además, se han enamorado uno del otro, podrán superar su soledad eterna.
Texto: Andrea Castro.