domingo, 13 de agosto de 2017

Christian Dior, Couturier du rêve.

La casa Christian Dior cumple 70 años y para celebrarlos, además del primer desfile de alta costura íntegramente diseñado por una mujer para la marca, se organizó una espectacular y gigantesca retrospectiva en el marco de la Semana de la Alta Costura de París. La muestra es la más grande realizada hasta el momento sobre la firma y su creador, e incluye 300 vestidos confeccionados entre 1947 y la actualidad, 1.000 documentos, y un centenar de obras de arte que pertenecieron al propio Dior. Esta gran cantidad de material ha tomado 3.000 metros cuadrados del Museo de Artes Decorativas de París, dividida en más de 23 salas diseñadas por la interiorista Nathalie Crinière. La mayor parte de las prendas exhibidas pertenecen a los archivos de la casa, otras fueron traídas desde colecciones privadas, y algunas fueron cedidas por celebridades varias.





La exposición comienza sencillamente con un vestido clásico de 1947, con cintura de avispa y una falda plisada en el color llamado "rojo satán", que se destaca como un semáforo contra las paredes lacadas en negro del ingreso al museo. Queda claro que lo primero que se debe sobresalir en esta muestra es el New Look, esa nueva silueta revolucionaria que le brindó la fama instantánea a Christian Dior, y marcó el comienzo de un nuevo ideal femenino durante la postguerra. "Después del New Look, la Maison Dior comenzó a ser visitada por los turistas como un monumento", dice una de las curadoras de la muestra, Florence Müller. "La casa representó la reconstrucción de París como el lugar para ver renacer a la moda después de la guerra. Dior fue el embajador ideal para esto”.




Hay una sensación de deificación en las salas de apertura de la exhibición, en las cuales un largo y oscuro pasillo se encuentra dramáticamente iluminado con luces focalizadas hacia las vitrinas que contienen recuerdos de la vida temprana del diseñador (un paquete minúsculo de cartas, su estrella de oro de la suerte), como si fueran las reliquias de un santo secular. Hay material inédito y sorprendente, como una serie de cartas entre Dior y su padre, en la que “hablan” sobre la historia poco conocida de su hermana Catalina, que formó parte de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y terminó siendo rescatada de un campo de concentración. En otra de las salas se puede ver claramente al influyente e impensado grupo de artistas con el que Dior se relacionaba en los años veinte: Salvador Dali, Man Ray, Alexander Calder y Alberto Giacometti.






El resto de la muestra es totalmente temático. Mezcla las creaciones de Dior con bustos clásicos, pinturas renacentistas y esculturas surrealistas que lo inspiraron a lo largo de su carrera, junto a los diseños de los demás directores creativos que lo siguieron al frente de la marca, después de su muerte en 1957. Hay espacios reservados para cada uno de ellos: Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano, Raf Simons y Maria Grazia Chiuri.

 






El uso del color en todo el recorrido es magnífico y asombroso: una pantalla larga de "Colourama" presenta zapatos, carteras, frascos de perfume y perfectas mini reproducciones de vestidos y demás prendas, dispuestos en una plácida sucesión cromática que recuerda a las escalas Pantone, y que va, en uno de los sectores, del naranja al borgoña, pasando por el amarillo, los tonos nude, el gris, el rosa, el azul y el lila. Más adelante, un salón neoclásico tapizado con paneles de madera en gris y blanco, reúne espumosos y encorsetados vestidos de línea Corolla en tonos versallescos: pálidos rosados y suaves azules.








Otra de las salas se centra en la inspiración que Dior extrajo de los jardines, sobre todo del de la legendaria casa de su madre. En ella, un corto vestido de alta costura cubierto de pequeñas ramas verdes introduce el tema, junto a una de las clásicas pinturas de iris de Monet, y un cielorraso íntegramente cubierto por miles de zarcillos y vides realizados con delicadas hojas de papel blanco. 









La segunda mitad de esta enorme exhibición está dedicada a los diseños más icónicos de la firma, como la chaqueta “Bar”, acompañada por la falda negra y el sombrero tipo oriental, tantas veces inmortalizada en los libros de Historia de la Moda. Filas de vitrinas de triple altura, y estructuras metálicas interminables, muestran cientos de creaciones escultóricas que parecen flotar como fantasmas hacia el infinito. La gran galería final, el Salón de Baile, inspirado en el Salón de los Espejos del Palacio de Versailles, brilla con los más suntuosos vestidos que la Maison ha materializado a lo largo de su historia. 











Del 5 de julio al 7 de enero de 2018.
Museo de Artes Decorativas de París.