miércoles, 17 de julio de 2019

Fotorreportaje: Liminal, el arte para la selfie

Colas interminables, esperas demoledoras. Es sábado y el MALBA desborda de gente: todo el mundo quiere sacarse una selfie reflejado, deformado, engañado y formando parte de una de las obras de Leandro Erlich. La sorpresa está presente desde la misma entrada: el MALBA está en venta y en su explanada algún obrero amateur ya se está construyendo una casita con esmero y paciencia, hay que aprovechar antes de que lleguen los nuevos dueños. 









Grandes y chicos, celular en mano, pugnan por fotografiarse en esa extraña peluquería en la cual los espejos les devuelven el reflejo equivocado, o pateando esa puerta que se rompe en mil pedazos de solo mirarla, o al lado de las ventanillas de un avión en pleno vuelo para después poder presumir en Instagram de un viaje que no fue. Muchos disfrutan mirar un jardín por una ventana y verse extrañamente reflejado en las de enfrente, entrar a una habitación y convertirse en un fantasma del pasado vagando por una vieja aula de colegio, formar parte de una nube en cautiverio y espiar, espiar y espiar.
Erlich propone el mismo juego a lo largo de toda la muestra, mirar y ser mirado, aprender a mirar y sorprenderse con lo que uno ve o cree estar viendo en realidad. Es cautivante esperar a que se abra la puerta del ascensor para ver con que escena uno se va a encontrar, es atractivo espiar a los vecinos desprevenidos a través de una persiana americana, es sorprendente ver el reflejo de los edificios en el agua sucia del cordón de la vereda, algo que nunca se nos hubiera ocurrido hacer en nuestra propia cuadra.






Foto: cortesía MALBA

Foto: cortesía MALBA

Foto: cortesía MALBA





Foto: cortesía MALBA




Foto: cortesía MALBA
Luego de una espera titánica de más de dos horas entre cola y cola, con las piernas entumecidas y el cansancio a flor de piel, la recompensa llegará con la frutillita de la torta: la pileta. Ver desde afuera a la gente metida adentro de esa piscina que tiene y no tiene agua a la vez es increíble. Pero lo realmente movilizante es entrar y sentirse adentro del agua sin ahogarse y sin mojarse. Es un viaje surreal que tendría que poder disfrutarse más tiempo, sentarse, acostarse y hasta nadar en el aire-agua debe ser maravilloso, pero la tiranía de los cinco minutos cada 10 personas es inapelable y apenas uno puede sacar un par de fotos rogando que salgan bien. 
Consejo: vayan con tiempo, descansados, buscando el momento en que haya menos gente, disfruten y sáquense una selfie!!!!!











Foto: cortesía MALBA

Texto y fotos: Andrea Castro.
Fotos: Cortesía MALBA.

martes, 9 de julio de 2019

Tres damas y un diamante

Siguiendo los pasos de otras dos mujeres famosas, Lady Gaga se transformó, en la entrega 2019 de los premios Oscar, en la tercera dama en usar el famoso diamante amarillo Tiffany de 128 quilates. La piedra es uno de los diamantes más famosos del mundo y estuvo combinada muy sabiamente por la cantante con un atuendo total black de Alexander McQueen, sin opacarla con brillos o estampados que compitieran con su espectacularidad. La suma de un par de guantes de cuero negro hasta los codos la acercó visualmente a la famosa actriz que varias décadas atrás también tuvo el privilegio de lucir esta joya sobre su garganta. 




El diamante fue comprado por el fundador de la marca Charles Lewis Tiffany en el año 1878 en las minas Kimberly de Sudáfrica. Para ser cortada, bajo la supervisión del gemólogo jefe de Tiffany, el Dr. George Frederick Kunz, la piedra fue llevada a París, donde sus originales 284 quilates se redujeron a 128, con el objetivo de mejorar su color. De esta manera la gema se convirtió en uno de los diamantes de fantasía amarillos más grandes del mundo y, además, en uno de los mejores ejemplares dueños de un radiante color y fuego interior. 


Antes de que apareciera en la alfombra roja de los Oscar 2019, la espectacular piedra había sido lucida en primer lugar por Mary Whitehouse, engarzada en un lujoso collar para el Tiffany Ball de 1957 celebrado en Newport, Rhode Island. 


En 1961, Audrey Hepburn se puso al cuello el espectacular collar diseñado por Jean Schlumberger para las fotografías publicitarias de la película Desayuno en Tiffany's. Esta maravillosa joya, diseñada en 1960, mostraba al diamante montado sobre un finísimo collar estilo cinta, llamado Ribbon Rosette, que estuvo terminado justo a tiempo para la sesión de fotos de Audrey. 




El collar que usó Lady Gaga fue creado para celebrar el 175 aniversario de la casa Tiffany. En el año 2012, esta piedra de valor incalculable se volvió a colocar en un diseño que destaca su magnífico tamaño y color al convertirla en la pieza central de una joya realizada en diamantes blancos que suman más de 120 quilates y cuentan con 20 diamantes Lucida® (corte de diamante patentado por Tiffany) y 58 diamantes de talla brillante. El diamante amarillo está engastado en una canasta de oro blanco que brilla con 481 piedras en un motivo de rayos de sol. Cuando no está en la alfombra roja, este collar se exhibe generalmente en la tienda principal que la joyería posee en la Quinta Avenida en Nueva York. 




lunes, 4 de marzo de 2019

Fotorreportaje: solo por una noche

Anoche, como regalo de carnaval y antes de la lluvia, floreció una vez más en mí terraza la llamada flor de luna, enamorada de la noche o dama de noche, regalándome su delicadeza, su pureza y su inmensa belleza. El nombre científico de esta planta es Epiphyllum oxypetalum. Es una especie común que se ha extendido por todo el mundo, pero es realmente endémica de Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela. Sus flores son grandes de hasta 25 cm de diámetro, de color blanco (hay una variedad en tonos fucsia que florece de día), muy perfumadas con un aroma ligeramente parecido al limón, y con numerosos pétalos. Se abren después de la caída del sol y al amanecer ya están marchitas, son un regalo misterioso, efímero y fugaz que vive mientras los mortales estamos entre los brazos de Morfeo. Hay que estar muy atentos los días previos porque se van hinchando y parecen a punto de explotar, pero todavía permanecen cerradas una noche más. Parece como si quisieran esconderse de nuestras miradas furtivas, quizás hayan sido creadas sólo para el disfrute de criaturas tan bellas, nocturnas y efímeras como ellas.




















Fotos: Andrea Castro.