viernes, 27 de agosto de 2010

Reflexiones sobre Trailer de Nicola Costantino

A principios de este año la empresa YPF inauguró un espacio de arte en su sede de Puerto Madero, más precisamente en la planta baja del edificio diseñado por el reconocido Arquitecto Cesar Pelli y conocido como la Torre YPF. El mismo está destinado a mostrar la producción de importantes artistas contemporáneos a través de proyectos especialmente concebidos para ser albergados en él. La artista rosarina Nicola Costantino fue la segunda convocada para intervenir este  espacio con su nuevo proyecto relacionado con el cine. “Trailer” es una gran instalación que exhibe los espacios en los cuales se ha desarrollado y filmado la historia de Nicola y su nueva creación: su doble, Nicola artefacta. Conformando una metáfora perfecta del dilema al cual se enfrentan hoy en día miles de mujeres, Nicola, recurrió una vez más a la autorreferencia para plasmar el cimbronazo físico y emocional que significó para ella convertirse en madre. Duplicarse pareció ser la solución ante la nueva situación como madre y como artista que por, estos días, le está tocando vivir.



El Taller
La planta baja del edificio fue ocupada por trailers, parecidos a los que utilizan los equipos de filmación de exteriores, dentro de los cuales podían verse, congelados en una escena y desde diversas perspectivas, momentos de lo que pasó entre Nicola y La Artefacta. La historia se terminaba de completar con la proyección del trailer de Trailer, valga la redundancia, casi cuatro minutos de una intensidad dramática y simbólica conmovedora. Las imágenes del film comienzan en su luminoso estudio, describiendo “lo soñado”: el momento en que Nicola se entera de su embarazo. Poco a poco se van volviendo más sórdidas y oscuras, ya que algunas escenas del final se cuelan y a la vez se encadenan con las que muestran la creación de La Artefacta.  En un taller que ahora luce transformado en una especie de tenebroso laboratorio y mientras su propia panza crece, Nicola recurre a su experiencia como escultora para duplicarse. Moldea el cuerpo, lo pinta con aerógrafo, ajusta y pule las articulaciones, le inserta las pestañas y pinta sus uñas. A esta altura de la película las asociaciones y las paradojas ya son varias: Nicola engendra dentro suyo una nueva vida, que llevará en sus genes una parte de ella misma y, a la vez, da vida a su doble, que no es otro que ella misma transformada y convertida en un ser artificial.  La artista luce feliz y satisfecha, cuida a su doble, la viste, la integra a su vida y a su obra (las fotografías en gran formato son impecables), como si fuera una hija. “La Nicola Artefacta existe por obra de mi creación; su alteridad refuerza mi identidad. Dos cuerpos, una sola alma. El mejor encuentro es con uno mismo: mi doble es un antídoto contra la soledad”.
Vestidor
Maternidad

Lentamente la presencia de La Artefacta va ocupando más espacios y lo que parecía funcional se convierte en descarnado. Ese ser que le permitía desdoblarse y tener un otro que hiciera las cosas cuando ella necesitaba descansar, comienza a tener demasiado protagonismo en su vida y en la de su bebé recién nacido. “Es un extraño cadáver viviente…idéntica a mí pero sin estar embarazada, interactúa conmigo embarazada. Ella parece escindida y en un momento se torna amenazante y perversa”. Nicola nos dice que “el doble es lo ominoso” y  nos recuerda que al final siempre llega “lo inevitable”: desde lo alto de una rampa Nicola deja caer a La Artefacta, la destruye (“uno se odia y se ama a la vez, sin ser más que víctima de uno mismo”) o simplemente la deja ir, como toda madre debería dejar ir a su hijos al obligarse a no pensar que por ser de su creación son una parte inseparable de sí  misma.

Texto: Andrea Castro. 

Moisés

Lo inevitable

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