Muchas veces uno se encuentra sumergido en sus propias cuestiones hasta que de pura casualidad se entera de una noticia ocurrida hace tiempo, una de esas noticias imposibles de no haber escuchado, dada la repercusión mediática de la misma; en ese momento uno se pregunta ¿cómo no me enteré?. Exactamente esto es lo que me pasó con la muerte de Caros Gallardo, por esas cosas de la vida me enteré cinco meses después y de pura casualidad.
Carlos se fue muy injustamente y antes de tiempo a finales del año pasado en un accidente de tránsito. Fiel seguidora de su obra, tuve la oportunidad de visitar su taller y conocer a un ser humano maravilloso, suave, sereno y reflexivo: un gran artista. Si bien en sus comienzos se desempeñó como Diseñador Gráfico, en la actualidad trabajaba como escenógrafo y vestuarista del Teatro General San Martín y en su producción plástica. Su potente obra giraba siempre en torno a temas recurrentes tales como: la soledad, la ausencia, el exilio, el abandono, la memoria, el paso del tiempo, las palabras.....
Lamentablemente, salvo algún catálogo editado por allí, es difícil ponerse en contacto con sus obras, una buena retrospectiva acompañada de una publicación acorde sería el mejor homenaje.
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