viernes, 28 de enero de 2011

Tragedias griegas a la Abadiana

Los teatros griegos clásicos, fueron construidos tanto en la Grecia continental como en la insular desde el siglo V al siglo III antes de Cristo. Estaban conformados por tres partes, una de las cuales era el koilon: una serie de gradas, con forma semicircular, donde se sentaban los espectadores. También llamado theatron, que en griego significa lugar desde el que se mira, el koilon ocupaba la ladera de una montaña y se enfrentaba a la orchesta (donde se ubicaba el coro) y a la skené. Muchísimos siglos después, en la actualidad,  las construcciones modernas que poseen la misma forma y “función”, se denominan erróneamente anfiteatros, aunque estos fueron construidos por los romanos en terrenos planos y con una disposición circular.
Dejando de lado el error histórico, que ya es irreparable y común en esa especie de sopa cultural greco-romana que Occidente ha heredado, me atrevo a decir que el Anfiteatro Eva Perón de Parque Centenario es el lugar ideal para sumergirse en ese laberinto moral, ético y pasional que conforman tanto la Tragedia como la Épica griega. Es una realidad que el infernal calor que castiga a Buenos Aires por estas fechas, sumado a la pereza que tienen los días en volverse noches y al paisaje agreste del parque, colabora también para hacernos sentir un poco más cerca de ese país maravilloso, a pesar de la innegable lejanía.


Teatro de Epidaurus

Anfiteatro Parque Centenario

La excelente propuesta de  José Eduardo Abadi plantea un recorrido por algunas de las obras de dos de los tres grandes trágicos griegos, Sófocles y Esquilo, y por las principales poesías épicas de la Grecia antigua, La Ilíada y la Odisea del genial Homero. El recibimiento, con la inolvidable melodía de la película Nunca en domingo (Los muchachos del Pireo) es el primer acierto de muchos, ya que invita a los espectadores a empezar a conectarse con ese “otro yo” medio griego que casi todos tienen dentro: es interesante ver como tímidamente los asistentes empiezan a balancearse al son de la música mientras esperan impacientes el inicio del espectáculo. A las ocho en punto, con zapatillas y pantalón blanco, avanza hacia la mitad del escenario José Eduardo y la magia se desata, sus palabras nos trasportan a otros tiempos, a otros mundos y el escenario desborda de dioses, héroes, guerreros, asesinos, mares embravecidos, palacios, culpa, celos, muerte, venganza y expiación. Durante una hora, Abadi se interna en el relato de la obra en cuestión sin dejar de lado comentarios humorísticos y psicoanalíticos, que lo ayudan a mantener el ritmo y la atención del público. Es notable como el tono de sus palabras y la belleza surrealista de los relatos son los únicos elementos con los que cuenta  José Eduardo para mantener en vilo a todo el auditorio, ya que no abusa de la gesticulación y tampoco se sirve de la proyección de imágenes. Solamente, y muy de vez en cuando, breves acompañamientos musicales refuerzan alguna que otra escena: la romántica voz de Frank Sinatra se escucha por unos minutos cuando Ulises y Nausica quedan embelesados el uno con el otro, por ejemplo. Como fiel oyente de años de Alejandro Dolina debo aclarar que José Eduardo encara de una manera totalmente diferente el relato de las obras, primero porque lo hace en primera persona y evitando las citas textuales y segundo porque reemplaza el aura filosófica tanguera y existencial de Dolina por una visión más intelectual y ligada a los vericuetos de la mente humana. No de casualidad el ciclo lo inauguró con Edipo Rey, número puesto para todos los psicólogos de Freud en adelante. 



Orestes perseguido por Las Furias

 


El resto del teem abadiano está compuesto por la socióloga María Esther Isoardi y por el humorista Rudy. Apenas José termina con su relato, y  luego de la merecida ovación, María se suma para dialogar con él y reflexionar sobre el papel, no siempre grato, que les cabe a las mujeres dentro de este mundo mítico. Es el tiempo de la lectura entre líneas y del valor agregado,  porque es el tiempo de empezar a entender porque somos como somos individualmente y como sociedad. Antes del  final queda tiempo para relajarse y, como los griegos, reírse de la vida misma gracias a los desopilantes comentarios de los textos que, en un tono casi irreverente, improvisa Rudy. Magistralmente, el humorista logra darles un nuevo tiempo y lugar a aquellos lejanos sucesos analizando a los personajes (para él Ulises era porteño) y tratando de imaginar cómo titularían nuestros medios gráficos noticias como el comienzo de la guerra de Troya. Según Rudy Clarín hubiera publicado en primera plana: “Ulises se fue y dejó a su mujer gobernando”.

Texto: Andrea Castro. 


El caballo de Troya
Ulises y las sirenas


Relato de tragedias griegas al modo de José Eduardo Abadi
Anfiteatro Eva Perón de Parque Centenario (Av. Leopoldo Marechal y Lillo)



1º de febrero a las 20 hs: La Ilíada de Homero
2 de febrero a las 20 hs: Edipo Rey de Sófocles

martes, 25 de enero de 2011

Dijeron de mí

En la sala mayor del Teatro Maipo, cuatro veces a la semana, Tita es Virginia y Virginia es Tita. En una interpretación magistral, que no cae en la imitación pero se hace carne en la vida y la obra de otra mujer, Virginia Innocenti narra en primera persona parte de  la historia de esta dama que pago un alto precio por salir de la miseria y vivir a su manera. Alternando el relato y la interpretación de algunos de los tangos que La Merello hizo famosos y acompañada solo por el sonido del piano del maestro Diego Vila, Innocenti, al igual que Tita, se sumerge en pasajes sumamente dramáticos y atraviesa profundas crisis pero renace siempre, pícara y pispireta, entonando una milonga Tita nunca negó ni su pasado, ni su presente; siempre fue genuina y supo muy bien lo que dijeron de su persona; nunca se creyó el cuento de la diva, ni renegó de sus orígenes; pero se quedó sola y se transformó en una especie de reliquia viviente conservada en la Fundación Favaloro.



El 24 de diciembre del 2002 La Merello dijo basta: “ya pasé muchas navidades sola, no quiero pasar otra más”. Dijeron de mi, espectáculo ideado y escrito por la propia Innocenti, se centra en ese día y en la posibilidad de que Tita, antes de dejar este mundo, haya hecho un recorrido por su vida, arrepintiéndose quizás de haberse hecho valer a pesar de todo y de todos: dicen que como le tenía miedo al infierno, en sus últimos años donó todo lo que tenía y se recluyó en la Fundación por propia voluntad. Solo se quedó con las fotos porque, como le gustaba decir, las fotos son puertas. “En verdad nunca fui importante para nadie. La gente cree que la fama y el sexo libre son lo mejor, pero se equivoca, yo quería amor, tener un marido e hijos. En la realidad no tuve hijos para no faltarles, solo los tuve en el cine”. Vestida con una camisa negra con lunares blancos, falda gris cruzada, medias de red y zapatos boquita de pez, Ana Laura Merello (Virginia) nos transmite sus vivencias y contradicciones personales más profundas, tan conocidas por todas las mujeres que desafían su condición de género aún hoy, y, cada tanto, se despacha con una milonga bien rea, como para redondear la cuestión. En esos momentos de quiebre, llegan los toques de humor e Innocenti  despliega toda su gracia tanguera bailando sola o con la silla y la mesa,  jugueteando con Diego Vila e interactuando mesuradamente con el público.



 
El tono, la cadencia y las inflexiones de  la voz de Virginia estremecen por el parecido, pero no nos dan tiempo para entrar en comparaciones porque, una vez más, la gigante se desmorona (“yo soy muchas, varias y nunca la misma”) y mientras se mira al espejo nos cuenta sobre aquella lejana noche de Navidad, en la que se quiso suicidar porque el ya no estaba (“uno debe matarse de noche, nunca de día”). El tema del suicidio trae a escena el recuerdo, estratégicamente incluido por Innocenti, de la muerte de Favaloro, un hecho que a Tita la marcó profundamente a solo dos años de su propia muerte, y nos introduce en su profunda pena de amor. Sin pronunciar su nombre (otro acierto de la autora para no quitarle el protagonismo a quien realmente lo merece), la Merello se desgarra en su abandono y canta, al borde del llanto y la desesperación, dos tangos de su autoría: Llamarada pasional y Decime Dios dónde estás. Esta mujer, que aprendió a leer y escribir casi a los 20 años en un esfuerzo de superación admirable, solo pudo expresarse para suplicar por un hombre que a la hora de la verdad se casó con la muchacha políticamente correcta, a quien tampoco viene al caso nombrar. Antes del final queda tiempo todavía para una rápida recorrida que va desde la chiquilina de 16 años que empezó a cantar en un cabaret de mala muerte solo porque tenía lindas piernas, hasta la gran diva Tita Merello, que llega enfundada en una magnifica robe de terciopelo negro con apliques de lentejuelas, para contar más anécdotas, cantar y recordarnos que nos tenemos que hacer el Papanicolau. Agotados los recuerdos y acorralada por sus propias contradicciones y pesares, Tita (Virginia) de golpe se vuelve vieja, se levanta con dificultad de su silla y caminando despacio bajo el peso de su espalda encorvada se aleja de la escena en el mismo momento en el que cientos de fotos nos devuelven su eterno recuerdo. La ovación la trae de vuelta, engalanada con boa de plumas y vestido de paillettes,  para cantar con todo su garbo Se dice de mí, en el mismo escenario en el que hace más de 80 años debutó como vedette rea.  




Tita confesó alguna vez que admiraba y respetaba a Victoria Ocampo porque: “yo siempre respeto a las mujeres que hacen cosas, no a las superficiales que se quieren a sí mismas”. Si pudiera, creo que hoy diría lo mismo de Virginia Innocenti, alguien que supo entenderla y contarnos su historia.

Texto: Andrea Castro. 


¿Cómo son los minutos previos a morir?
¿Cómo se suceden en nuestra mente los recuerdos?
¿Cuáles son los recortes que del tejido de nuestra vida elegimos
para llevar con nosotros? ¿A dónde?
Este ejercicio de “teatro-musical” fantasea acerca de esos instantes en la vida de Tita Merello. Apasionada y caprichosamente.
En honor a ella. 
Virginia Innocenti

 

 
Funciones: Jueves a sábados a las 21 hrs;  domingos a las 20 hrs, durante todo el mes de enero.
Teatro Maipo: Esmeralda 443 CABA
Fotos: Cortesía Prensa (Annemarie Heinrich - Estudio Heinrich Sanguinetti)


La Argentina en Viñetas

El Espacio de Arte de la Fundación OSDE presenta la exposición Nos tocó hacer reír. La Argentina en viñetas, curada por Judith Gociol. La exhibición surge por encargo de la Cancillería para ser presentada en el marco de las actividades de la Feria del Libro de Frankfurt (Alemania) en 2010, en la que la Argentina fue elegida “País invitado de Honor”, coincidiendo con la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo. La muestra presenta  más de 200 dibujos, material de prensa, libros y fragmentos de videos de más de 150 dibujantes y guionistas, desde el siglo XIX hasta la actualidad. 


Además de lo ya exhibido en Frankfurt, esta presentación en Buenos Aires incorpora dos novedades relevantes: una página original de El Eternauta, pocas veces exhibido en el país,  ya que la mayoría de los originales se encuentran fuera del mismo,  y el trabajo ¿Dónde está Oesterheld? de Félix Saborido que, si bien ha sido reproducido en reiteradas oportunidades, rara vez se ha mostrado en formato original. La exposición ha sido organizada a partir de de tres grandes agrupamientos: la primer parte incluye áreas como La Fundación, La Tierra y La Urbe; la segunda refiere a lo que ha ocurrido – y todavía sucede– en el país y que no debe repetirse “Nunca más”, en obvia referencia a los golpes militares, el gatillo fácil y el hambre; la tercera, finalmente,  es un homenaje a Héctor Germán Oesterheld, a juicio de la curadora Judith Gociol, “el mejor guionista argentino de historietas y uno de los 30 mil desaparecidos por la última dictadura militar.”

MIGUEL REP
Serie La grandeza y la chiqueza
ANDRÉS CASCIOLI
La Argentina crucificada
  “La muestra fue pensada para ser recorrida por ojos alemanes y exhibida en el Museo de las Comunicaciones de Frankfurt, y lo que deja graficado es el derrotero cíclico y ondulante de un país que sale a flote, una y otra vez, a través de la cultura. La creatividad es la herramienta con la que la Argentina se reconstituye y logra producciones de indoblegable calidad. Lo prueban el centenar de trabajos que, ya vueltos de Europa y expuestos ahora en Buenos Aires, interrogan con un nuevo desafío: mirarnos hacia el interior de nosotros mismos”, concluye su curadora. 

DANTE QUINTERNO
Serie Patoruzito

GUILLERMO DIVITO
Serie Chicas!


ACTIVIDADES:

Jueves 27 de enero, a las 18 hs: encuentro con Judith Gociol, curadora de la muestra
Jueves 10 de febrero, a las 18 hs: Encuentro con María Paula Doberti, artista visual y diseñadora de montaje de la exposición.
Jueves 3 de marzo, a las 18 hs: A cuadritos, intercambio de experiencias y miradas entre hacedores de viñetas. Participarán: Patricia Breccia, Diego Parés, El Niño Rodríguez y Luis Scafati.
Jueves 10 de marzo, a las 18hs: recorrido guiado por Juan Sasturain (autor de cuentos, novelas, guiones y artículos periodísticos. Amante y conocedor de la historieta y el humor dibujado, y un divulgador imprescindible de los géneros populares.




Espacio de Arte Fundación OSDE
Horario: de lunes a sábado de 12 a 20 hs.
Visitas guiadas: miércoles a las 18 y sábados a las 17
Suipacha 658, 1er. Piso. Entrada gratuita
www.artefundacionosde.com.ar

Del 20 de enero al 12 de marzo de 2011
Fotos: Cortesía Prensa

domingo, 16 de enero de 2011

El Recoleta llegó a los 30

Hacia finales de la década del 70, la entonces Intendencia Municipal de la Ciudad de Buenos Aires propuso remodelar lo que hasta poco tiempo antes había sido el asilo de ancianos “Hogar Gobernador Viamonte”, para transformarlo en un centro que albergara a varios museos de la ciudad. Ricardo Freixá, Secretario de  Cultura por aquellos años, decidió convocar a tres arquitectos, que además eran artistas plásticos y habían trabajado juntos como tales: Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit habían ganado el Gran Premio de la Bienal de San Pablo en 1977, como integrantes del Grupo CAYC. Conscientes del tremendo desafío al que se enfrentaban igualmente se sintieron tan honrados por la convocatoria que realizaron el anteproyecto ad honorem. El suyo fue uno de los primeros proyectos de restauración no histórica, que propuso preservar las antiguas edificaciones (un conglomerado de ejemplos arquitectónicos del siglo XVII al XX) y combinarlas con las nuevas de estética netamente contemporánea. Destacando  las características respectivas de cada construcción y articulando las arquerías coloniales con las tuberías de aire acondicionado, los tres arquitectos lograron integrar coherentemente el presente con el pasado. 


Testa+Bedel+Benedit 1970

El 3 de diciembre de 1980 se inauguró parte de la obra terminada con el nombre de Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires. Con el paso de los años y la diversificación de actividades, el primigenio complejo museológico fue modificando su destino final para transformarse en un espacio que, poco a poco, logró albergar un amplio abanico de manifestaciones artísticas nacionales e importantes muestras internacionales. Para mediados de los años 80 ya se lo apodaba cotidianamente como el Centro Cultural Recoleta, mixando cariñosamente, tal como hicieron sus tres padres, su presente con su pasado: en el siglo XVIII construyeron  su convento, sobre la estructura ya existente, los frailes Franciscanos Recoletos. De esta manera los vecinos encontraron un nuevo lugar de pertenencia y “el Recoleta” su nombre oficial definitivo.


Testa+Bedel+Benedit 2010
 
Hoy, tres décadas después, la Sala Cronopios (joyita del Centro que se remodeló según los estándares internacionales de exposición de obras) exhibe una muestra que homenajea a los tres hombres que le dieron vida a este faro cultural. Testa + Bedel + Benedit reúne obras de la producción plástica reciente de cada uno de ellos que, a pesar de las diferencias técnicas y estéticas, transitan por un mismo camino conceptual: la argentinidad.
La  extensa blancura de las paredes de la Cronopios es el marco perfecto para el reposo de las pinturas y las fotografías en las que Jacques Bedel reflexiona sobre la inmensidad de nuestras tierras, nuestras ciudades y nuestro mar. Sutiles imágenes impresas sobre PVC  y potentes obras en relieve nos acercan paisajes apacibles (Las ciudades de plata 1994, La mar oceánica 2010) pero también turbulentos (El llano en llamas 1996) y quemados por el fuego de pasiones que nos cuestan controlar cada vez más. 


El llano en llamas, Jacques Bedel
 
En sintonía un poco más campera Luis Fernando Benedit, al igual que en la maravillosa Equinus Equestris que presentó en el Malba en el 2009, nos sumerge nuevamente en las tradiciones y la cultura de ese campo profundo que en épocas pasadas supo hospedar indios, gauchos, criollos, patriotas y viajeros extasiados por lo exótico de nuestras pampas. Los rostros de esos hombres son retratados por el artista en impactantes carbonillas como la que muestra al General San Martín rodeado por las cumbres de los Andes (San Martín en Chacabuco 2002). Su realismo se complementa y contrasta con la visión más conceptual que nos brindan las instalaciones de Luis: sus sillas de cuero, de huesos y de fino estilo victoriano, nos hacen pensar en Sarmiento y su civilización o barbarie; su tijera de descornar novillos, se transforma en una especie de ready made vernáculo; y el impactante mural “La carne” refiere a esa condición carnívora exacerbada que se puede relacionar con algunas características del  típico macho argentino.


San Martín en Chacabuco, Luis Fernando Benedit

Silla de hueso A, Luis Fernando Benedit

Coronando  este curioso viaje por la idiosincrasia nacional, se destaca la  longitudinal instalación de Clorindo Testa, una improvisada línea de tiempo que comienza con la exhibición del esqueleto de un “Gliptodonte”; se continúa con la magníficamente concebida representación del “Obispo  muerto” y el “Obispo vivo”, encerrado en su propia y absurda realidad,  dos jaulas con famélicos perros atrapados en ellas; y “La Explosión”, un estallido final de color sobre mini caballetes que se multiplica en las obras de la pared contigua. Imposible no pensar en Los Dinosaurios sobre los cuales alguna vez cantó Charly García, imposible no reflexionar sobre la religión, la muerte, el encierro y la tortura, imposible no sentirse libre y reconfortado porque, a pesar de todo,  todavía podemos conmovernos gracias a nuestros grandes artistas.  

Fotos y Texto: Andrea Castro


Instalación Central, Clorindo Testa

Lámpara, Clorindo Testa


Sala Cronopios hasta el 20 de febrero del 2011
Centro Cultural Recoleta Junín 1930
Lunes a Viernes de 14 a 21; sábados, domingos y feriados, de 10 a 21.
Entrada libre y gratuita


jueves, 6 de enero de 2011

“Exotismo. La influencia de Oriente en Occidente en la Moda”

El Museo Nacional de la Historia del Traje los  invita a visitar, a partir de 3 de diciembre de 2010 y hasta el 15 de noviembre de 2011, esta maravillosa  exhibición. La misma intenta rescatar momentos del siglo XX en los que la moda occidental reflejó un gusto por lo oriental, pretendiendo apropiarse, asimilar y hacer suyo el misterio y la fascinación de otras culturas. 



Entre 1900 y 1914 no solo la moda dirigió su mirada hacia la estética de estilo oriental, ya que en 1909, la inauguración de la primera temporada en París de la compañía de los Ballet Rusos, bajo las órdenes de Serguei Diághilev, desató una verdadera “fiebre oriental”. El público quedó fascinado con el gran colorido de las escenografías y vestuarios y su influencia no sólo abarcó el teatro, sino también el mobiliario, la pintura, la arquitectura y la moda, reuniendo un conjunto ecléctico de  reminiscencias de lo más dispares, entre las que se destacaron: las indias, las egipcias, las bizantinas, las árabes, las chinas e incluso las rusas y  las mongolas. Toda esta heterogeneidad oriental tuvo sus orígenes en el exotismo del siglo XIX, aunque ya en el siglo XVIII las figurillas chinas eran objetos muy codiciados en las cortes europeas.
Los términos orientalismo y exotismo se utilizaron así para designar todo tipo de fenómenos y fantasías de los europeos con respecto a estas tierras, que en muy pocas ocasiones analizaban en profundidad al verdadero Oriente. En los años '70  volvieron a irrumpir los estilos “étnicos” trayendo chales indios, atuendos beduinos, blusas afganas, entre otras pendas. El resultado fue una mezcla colorida, y aún más mixada ya que no se adoptó uno  elementos en concreto, sino la suma de todos ellos.

 Vestido de fiesta. Año 1910. Capa de teatro C. 1910. Piyama de Recibo C. 1925

Traje Adinkra textil de Ghana, África (en amarillo). Adaptación a vestimenta occidental (blanco). C. 1965

El museo permanece abierto  al público de martes a domingo de 15 a 19 hs. con entrada gratuita. Los sábados y domingos se realizan visitas guiadas a las 17. 
Texto y Fotos: Cortesía Prensa Museo del Traje

Museo Nacional de la Historia del Traje
Chile 832.  San Telmo. CABA

miércoles, 5 de enero de 2011

Simplemente Marta

Alguien dijo alguna vez que cuando la gente común te empieza a llamar por el nombre de pila, sin necesidad de aclarar con más datos quién sos, quiere decir que ya alcanzaste la fama. Pasa con Mirtha, pasa con Susana y obviamente pasa con Marta. Pero el tema es que Marta es una artista plástica y como tal, pareciera que se le tiene prohibido ser conocida y mediática, como si eso desvalorizara su obra o la colocara en un lugar inadecuado. Minujín es mucho menos mediática y mucho más artista de pura raza de lo que la gente cree; si les parece que caí bajo su embrujo dense una vuelta por la excelente muestra retrospectiva que hasta el mes de febrero exhibe el Malba. Obviamente la inauguración fue una de las más multitudinarias que me tocó vivir este año en el museo, con gente haciendo cola para entrar, algunos famosos, un Eduardo Costantini que se quedó casi hasta el final y una Marta ataviada con un impresionante vestido rojo de Min Agostini pululando y disfrutando mesuradamente: si señores, aunque parezca mentira. A pesar de lo levemente estrafalario del atuendo, detrás de sus anteojos negros, llegué a adivinar el rostro de una mujer visiblemente emocionada, que no se puso en estrella y que no improvisó ninguna alocada performance, ni discurso porque no lo necesitaba: la potencia de su obra, que ocupa más de la mitad del museo, lo dice todo.  

Marta Minujín 1962
Marta Minujín 2010

El evento comenzó a eso de las seis de la tarde con la breve conferencia de prensa que brindaron en el auditorio la curadora de la exhibición, una muy joven Victoria Noorthoorn, y la propia Minujín. Aún más emocionada que la artista, Victoria se deshizo en agradecimientos para todos los que colaboraron con este titánico trabajo, que llevó meses de preparación e incluyó el análisis y el rescate de un cuantioso material de archivo, la reconstrucción completa de varias obras y un diseño de montaje muy complicado realizado por Gustavo Vázquez Ocampo, quien dijo que “armar esta muestra no convencional significó un enorme desafío para mí y para todo el personal del Malba”. Si bien Marta hace más de 40 años que produce obra, esta exhibición se centra en las décadas del 60, 70 y 80, mostrando 30 años ininterrumpidos de producción de avanzada y de vanguardia. Según Noorthoorn la muestra se pudo montar, en su mayor parte, gracias al meticuloso y ordenado archivo de la artista, que cuenta con cientos de metros de película y varios miles de fotos: “este montaje es un ejemplo de lo que se puede hacer gracias a un archivo bien conservado, todos los artistas y gobiernos deberían proteger sus archivos artísticos y culturales”. 






La exhibición comienza con dos magníficas pinturas al óleo, que a un despistado le parecerían de otro artista, enfrentadas a una pared repleta de trabajos de estética informalista que datan de finales de los años cincuenta: “cuando me empezaron a decir que mis pinturas eran excelentes me di cuenta que yo no quería eso para mi carrera, yo quería ser de vanguardia, asique a muchas de ellas las destruí y gracias a Alberto Greco pasé a “la cosa” que ocupa el espacio y significa más allá del entendimiento”. Cuando Marta se sumerge primero en cajas de cartón y luego en colchones, la muestra se abre a un enorme y colorido espacio repleto de multicolores y mullidas formas acolchadas, muchas de las cuales creó en París: en el año 1962 vivía allí en una pensión sin gas ni agua corriente y pasaba sus días recolectando viejos colchones de hospital. A un costado, la reconstrucción de la Soft Gallery invita a grandes y a chicos a saltar y revolcarse en su interior: “los colchones invitan a usar la obra de arte, esta retrospectiva es para vivirla, que vengan a mirar las vitrinas solo los historiadores, nadie más”, aconseja la artista. Las vitrinas, a las que alude Minujín, están repletas de fotos, hojas que describen de manera sistemática procesos creativos e ideas que surgen en su cabeza (tipeadas  con máquina de escribir) y cientos de bocetos y dibujos que demuestran el grado de compromiso y de trabajo que tuvo la artista con su obra a lo largo de los años.


Música acuática de Haendel, 1960

Colchones 2006-2010 vista de la sala


El resto de la enorme sala del segundo piso del Malba está dedicado a varios ejes temáticos que hacen foco en sus happenings: imperdible la reconstrucción de La Menesunda; su trabajo sobre los medios de comunicación, con un semi restaurado Minuphone; los años hippies, uno de los sectores más logrados con paredes tapizadas de páginas de revistas de la época y la exhibición de las prendas que Marta customizaba y usaba en esos años; y sus performances, en las que se rescata el trabajo de una artista que  anticipándose al clima que iba a instaurar la dictadura militar creo Kidnappening (una combinación ficcional de secuestro y happening). La cantidad de material y referencias escritas, sonoras y visuales agota, más aún cuando a la salida de la sala un cartelito indica que la muestra continúa con las esculturas facetadas de la terraza y las obras de la sala tres del primer piso. Allí se refugian los trabajos de temática latinoamericana (realizados en plena dictadura) y de participación masiva, entre los que se destacan el Obelisco acostado y El Partenón de libros. 


La Menesunda versión 2010

Los años hippies
Frac-asado de la Academia del Fracaso 1975


Recorriendo esta enorme retrospectiva detenidamente y reflexionando sobre la profunda base creativa con la que trabajaron los que le dieron vida no queda otra que reconocer que Marta es muchísimo más que una artista pop, ella misma lo  reafirma al decirnos a los periodistas, casi como pidiendo disculpas: “la fama te da poder, a veces para salvarte, como en la dictadura, y siempre para gestionarte a vos mismo; para poder seguir trabajando, en realidad”. Como si hiciera falta algo más, Victoria Noorthoorn remata: “Marta tiene una capacidad de autogestión envidiable, ella logró hacer todo lo que soñó porque insistió una y mil veces y tuvo la capacidad de reinventarse, cuestionando su propia producción, criticándola severamente y hasta destruyéndola para volver a rearmarla y mejorarla”. No es común ver en una inauguración a personas más preocupadas por leer los textos que acompañan a las obras, que por tomar la infaltable copa de champagne. Tampoco es común verlas jugando, charlando despreocupadamente con la pareja que está  metida en la cama de La Menesunda o acostada en el piso psicodélico de Importación-Exportación para sacarse fotos bien cerca de  las grandes flores y perfiles de colores fluorescentes. Desde el 26 de noviembre el Malba vive una fiesta que promete prolongarse hasta el 7 de febrero del 2011. “Cuando la gente queda descolocada crece”, afirma Marta. Yo agregaría: cuando aprende jugando también.

Fotos y Texto: Andrea Castro


Venus fragmentándose y recomponiéndose 1983-2007

Maqueta del Partenón de Liros 1983

Foto: Cortesía Prensa Malba


Hasta el 7 de Febrero de 2011
Domingo 9 y 16 de enero a las 18 hs visita guiada a cargo de la artista
Malba: Avenida Figueroa Alcorta 3415
Entrada General: $22 (miércoles $10,00)